"no tenía enemigos, pero era intensamente odiado por sus amigos"

domingo, 18 de diciembre de 2011

Desiertos

El desierto es la cuidad,
La ciudad es mi mente,
Tu mente y mi suerte,
Escalones rotos de una casa en ruinas.

Las ruinas y los círculos de un anciano,
Dios de bibliotecas, fue lo único que conocí,
Ya que el verbo jamás se volvió en carne.

Me volví, como tantos otros,
En portador del adjetivo,
Barquero de ilusiones,
Ladrón de esquizofrenias,
Mientras el mundo, bailaba, reía y blasfemaba.

¡Dichosos los limpios de cerebro!

Porque morirán con una sonrisa al cielo,
Mientras mi pecho seguirá latiendo,
Ahogado por no encontrar  en  Cristo,
Ni verbo ni adjetivo.


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